A palabras sordas, oídos necios

¿O quizá fuera al revés? Puede que yo me haya hecho un lío con el refrán. Desde luego, cuando alguien emite palabras necias lo mejor es desconectar mentalmente y volverse sordo o desaparecer físicamente de allí, si es que resulta posible y cabe excusa alguna. Les propongo que, un par de veces por semana, aprendamos a hablar juntos en este blog (tienen mi contacto al final) con la convicción de que lo habitual es oír sandeces o modismos del estilo de «Poner en valor», «líneas rojas», «tacticismos» y «escenarios». Durante las próximas semas iremos desactivando todos estos giros, que incluso cuando no son abiertamente incorrectos hastían porque son herencias del lenguaje político. Demostraremos que el político le llama «político» a todo lo malo: «una huelga política», «una manifestación política», «por interés meramente político»… le llaman así a todo lo tramposo, mezquino o miserable. Por algo será. Y jamás se callan. La prueba de que el interlocutor que has conocido es sabio es que, en ocasiones, guarde un prudente silencio o incluso diga «Eso no lo sé». Nunca escucharán a un sabelotodo de la tele negando con humildad ser experto en alguna cosa.

Otro problema es que ahí afuera hay un ejército de personas que no desean leer ni informarse, pero sí opinar sobre absolutamente todo. Son los famosos todólogos, que no solamente existen en los medios de comunicación sino que también están en la calle. Una de las cosas que enseñamos en los cursos de oratoria es que discutir con estos especímenes queda absolutamente desaconsejado, porque es chapotear hasta la cintura en el lodo de la necedad, desplazarse al campo del rival para enfrentarse a él con sus propias reglas del juego… y perder. Elige cuidadosamente a tu interlocutor.

Mi adversario favorito de Spiderman es el Exterminador de Tontos, que liquida a todo el que hace tonterías hasta que un día descubre que él mismo ha hecho una por error e intenta quitarse de en medio. El Hombre Araña lo impide y frustra su ataque autolítico de honradez.

Pero el Exterminador, con su entrañable frase «Tantos tontos, tan poco tiempo», me parece un personaje imprescindible que habría que exportar a la realidad. En la calle y en los platós encontramos gente que lo sabe todo: personajes que peroran sobre ciencias políticas, a continuación opinan sobre el bosón de Higgs y, diez minutos después, sobre la gramática del armenio. Son los famosos todólogos, que hacen el milagro de ser especialistas en cualquier campo. Sobre lenguaje hablan mucho: te comentan, por ejemplo, que están muy indignados con que la Real Academia haya admitido la voz *cocreta… pero el problema es que eso es mentira. Seguramente se han confundido porque lo que sí está en el Diccionario es la palabra ‘almóndiga’, aunque como vulgarismo. Algunos estudios aseguran que una mentira colgada en Internet llega a siete veces más personas que una aseveración cierta. La mayoría de las veces es inútil enfrentarse a las trolas desmintiéndolas en la Red porque la gente ya las ha interiorizado. En los cursos de oratoria enseñamos a enfrentarse a todo esto empezando porque lo más importante de la oratoria es escuchar bien al otro, no levantar la voz ni interrumpirlo. Escuchar es la llave. La oratoria sirve para todo: desde aprobar exámenes hasta superar entrevistas de trabajo, pasando por ligar o por hacer reír. Pueden solicitar más información en mi dirección de correo personal: rcerrom@gmail.com

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